La persona que fue enterrada en El Quelite tuvo que ser exhumada por la Procuraduría General de Justicia el pasado sábado 3 de febrero.
Por Marcos Vizcarra
Ciudad de México, 6 de febrero (SinEmbargo/Noroeste).- A Ernesto lo dieron por desaparecido, luego por muerto. Lo velaron, le lloraron y lo enterraron en El Quelite, municipio de Mazatlán, Sinaloa, pero días más tarde él se comunicó a su casa para avisar que se había ido a Estados Unidos como indocumentado.
La persona que fue enterrada en El Quelite tuvo que ser exhumada por la Procuraduría General de Justicia (PGJ) del estado el pasado sábado 3 de febrero, lo hizo después de dos años de que los familiares de Ernesto notificaron del reencuentro con éste, lo hizo porque antes de entregarlo no siguió los protocolos de entrega de cuerpos, que exigen practicar pruebas de ADN.
El hombre que salió del panteón de El Quelite no tiene nombre ni apellido, al menos no hasta que sea identificado por sus verdaderos familiares, algo que sucederá si el Ministerio Público hace una valoración técnica y no hace la entrega del cuerpo como lo hizo antes.
DESAPARECER POR EL "SUEÑO AMERICANO"
Ernesto es de la Cruz de Elota, una ciudad al sur de Sinaloa. Una mañana de noviembre del 2014, según relató Janneth Manjarrez, su hermana, salió con rumbo a Culiacán, la Capital, ahí se vería con una persona y luego volvería con su familia.
Al caer la noche Ernesto no se reportó, algo extraño porque habría quedado formalmente de regresar, pero su familia prefirió esperar. Así pasaron dos días y Janneth habló con su madre, que se había ido a vivir a El Quelite, con otros dos de sus hijos: Cipriano y Jorge Humberto.
“Mi hermano no aparecía, no me contestaba, yo estaba muy preocupada y por más que le marcaba de plano no contestaba, yo ya no sabía qué hacer, porque dijo que iba a regresar”, relató.
La madre de Janneth regresó a La Cruz de Elota y juntas fueron el 14 de diciembre a Culiacán para buscar a Ernesto, fueron a hospitales, a la Policía Municipal y al Penal de Culiacán, pero el único dato que pudieron encontrar es que en el Servicio Médico Forense (Semefo) habían llegado dos personas que fueron asesinadas en el centro de la Ciudad.
Cuando llegaron al Semefo pudieron ver los cuerpos, estaban enteros, todavía reconocibles, aunque un poco hinchados, algo usual en los cuerpos de personas muertas.
Uno de esos cuerpos era muy parecido a Ernesto, tanto que también tenía cicatrices en los pies y a un costado, tal como lo recordaban.
El Ministerio Público en Homicidio Doloso, Juan Carlos Carreón, estaba encargado del expediente y junto a los forenses del Semefo comenzaron los trámites para entregarlo a Janneth y a su madre, confiando únicamente en que lo reconocieron casi a primera vista.
A ese cuerpo no le practicaron pruebas de ADN, lo entregaron así sin más, porque, según Carreón, ‘no se puede negar a un familiar que dice reconocerlo y trae su acta de nacimiento’.
El 15 de diciembre de 2014 fue velado en la Cruz de Elota con el féretro abierto, para que lo pudieran ver sus amigos y familiares.
“Incluso una tía muy mal se puso de verlo, pues no podíamos creer lo que le había pasado, porque ningún problema tenía para que lo hubieran matado de esa forma, eso pensábamos nosotros”, dijo.
Pasó el novenario, que es un ritual católico de nueve días de misas y oración, también pasó el año nuevo y luego una persona llamó. Ese día contestó Janneth y pensó que querían extorsionarla, una persona del otro lado le decía que llegó con bien a Estados Unidos para trabajar, que si lo había hecho así era porque antes lo intentó, lo contaba y terminaba por no hacerlo.
“A los días recibí una llamada yo, a mi celular, y me dice, estoy bien, llegué con bien, ‘¿qué?’ le digo, ‘eres tú’ me dijo, y entonces le pregunté quién hablaba y le dijo que era él, mi hermano y sinceramente no podía creerlo”, dijo.
“Pensé que era una broma o que las mismas personas que le hicieron daño grabaron para… muchas cosas nos imaginamos en ese momento”.
Ernesto fue insistente, llamó en varias ocasiones, hasta que su madre contestó una de las llamadas y le pidió que le enviara fotografías desde donde estaba, para comprobar que era él y que el cuerpo de la persona que fue enterrada era otra persona.
Así pasó y desde ese día el contacto fue más frecuente, pues el de las fotos, el de las pláticas sobre cómo era vivir en Estados Unidos sí era Ernesto.
VOLVIÓ POR SUS HERMANOS DESAPARECIDOS
¿Cómo se puede creer que quien hablaba era Ernesto si solo se tenían fotografías?, su familia, contó Janneth, terminó de comprobar que era él cuando el 21 de mayo del 2016 regresó a la Cruz de Elota, lo hizo de urgencia, porque dos de sus hermanos, los que vivían en El Quelite con su madre, habían desaparecido.
Antes de que Ernesto se fuera a Estados Unidos sus hermanos ya se habían instalado en El Quelite para cuidar marranos, pero llegaron en una época, según contó Janneth, cuando la violencia ya era marcada y se sabía que había personas que se dedicaban a la delincuencia.
“A él le avisamos y es cuando decidió venirse, esa fue la causa del por qué se regresó”, dijo.
“Sinceramente no hayamos qué hacer, hasta la fecha, ya fuimos al pueblo donde vivían y no los hemos encontrado, aunque les hemos preguntado a los vecinos y hemos recorrido el rancho, pero nadie...”.
El Quelite es un pueblo de Mazatlán, ubicado al este, con rumbo a la Sierra Madre Occidental, y que tiene como peculiaridad ser un lugar de atracción turística por la arquitectura, la hospitalidad y la gastronomía.
Sin embargo, se encuentra ubicado en una zona geográfica que, según la Procuraduría General de Justicia y la Secretaría de la Defensa Nacional, conecta con un área de la zona serrana donde se han instalado grupos armados.
La Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas declaró a El Quelite como una zona propensa a tener decenas de desaparecidos enterrados en fosas clandestinas, que al mismo tiempo no han sido denunciados por temor a posibles represalias.
Otra característica que encontró la Brigada Nacional de Búsqueda es que existe una alta incidencia de falta de atención de las autoridades civiles para erradicar el problema de las desapariciones, lo que incrementa la impunidad y al mismo tiempo el índice de delitos.
Janneth contó que ni ella ni su madre habían interpuesto denuncia por dos cosas: miedo a represalias y esperanza a que se hayan ido a otro lugar sin avisar y vuelvan del mismo modo, como lo hizo Ernesto.
"LE MARCAMOS DESPUÉS": MINISTERIO PÚBLICO
Si una persona encuentra a un desaparecido, su deber es reportarlo a las autoridades, lo mismo sucede si las autoridades lo encuentran, ellos deben avisar a los familiares. Janneth dijo que ellos sí cumplieron.
“Desde que recibimos la llamada, ya nos mandaba fotos y todo quedamos convencidos de que él era efectivamente y acudimos a Culiacán a una oficina donde nos atendieron cuando pasó lo del homicidio de él, bueno, del muerto, y le dimos parte a la autoridad para avisar lo que había pasado y quedaron de avisarme a mí, de hablarme para que los acompañara para llevarlos donde estaba esa persona y equis, nunca me hablaron”, dijo.
El cuerpo de la persona enterrada debió de haber sido exhumado desde 2015, cuando la familia de Ernesto acudió al Ministerio Público de Culiacán, pero la respuesta que se les dio fue que debían esperar una llamada, pero esta no sucedió.
“Volvimos a ir dos veces nada más, ya no quisimos ir porque pues íbamos y nos decían que nos iban a avisar ellos cuando ya nos ocuparan y no, nunca”, dijo.
Ese hombre que estaba en El Quelite fue exhumado, pasó porque la familia de Janneth y Ernesto se enteraron que un grupo de personas llamado Brigada Nacional de Búsqueda estaba buscando cuerpos de personas desaparecidas en El Quelite.
De inmediato se solicitó a la PGJE que se exhumara, pero la respuesta siguiente fue que ello era una treta mala de la familia, mas no consideraron que eso ya había sido reportado y omitido por otro servidor público.
El Ministerio Público exhumó de manera obligada el cuerpo de ese desconocido el 3 de febrero pasado, y cuando lo hacía mostraba el expediente y fotografías a las personas que estaban ahí, argumentando que era imposible que sucediera eso.
“Si la familia lo reconoció, por qué se lo vamos a negar”, dijo José Luis Leyva Rochín, Fiscal de Desapariciones en la zona centro de Sinaloa.
Lo cierto es que la persona que estaba en las fotos era muy parecido a Ernesto, pero otra cosa que también era cierta es que cuando se entregó no se hizo pruebas de ADN.
¿Quién estaba enterrado en El Quelite?
A principios de diciembre del 2014, según el Ministerio Público Juan Carlos Carreón, dos personas fueron encontradas muertas cerca del Centro de la Ciudad de Culiacán, y de inmediato llevados al Servicio Médico Forense.
Los cuerpos fueron resguardados hasta que una mujer, de nombre Janneth, identificó a uno de ellos como su familiar. Pero se equivocó.
Esa persona fue velada en la Cruz de Elota y enterrada en El Quelite, ahí pasó dos años con una cruz que decía Ernesto Manjarrez.
Ese hombre no era Ernesto, hoy es alguien que no tiene nombre y que tendrá que ser valorado con pruebas de ADN, las que debieron de hacerle antes de haber sido llevado por una persona que buscaba a su familiar desaparecido.
El Ministerio Público dijo que se tendrá que esperar alrededor de un mes, para tratar de saber su posible identidad.
Lo que se sabe es que era un hombre con barba, con una cicatriz en sus pies y en uno de sus costados. De él se tienen fotografías de cuando fue llevado al Semefo en diciembre del 2014 y se tendrá un perfil genético, que debió haberse obtenido antes de que el Ministerio Público lo entregara a una familia equivocada.